Comenzaré citando el contexto que ha desencadenado las ideas de este día: En los momentos que escribo estas líneas, me encuentro sentado en un sillón de la oficina, que ofrece cierta comodidad para trabajar con la fluidez que requiero, indispensable, pues hay un fin qué alcanzar: Presentar esta información en el Blog de Capa para todos los lectores. (marcado con palomita)
La búsqueda de la comodidad -entre otras cosas- lleva a nuestro cerebro al ingenio y al razonamiento. Las primeras herramientas y máquinas que creó el hombre fueron producto de su análisis y trabajo arduo, prueba y error, intento tras intento y tuvieron como consecuencia la mejora en la productividad y eficiencia en las actividades.
Por ejemplo, al usar arado tirado por animales, el hombre ahorró valiosas horas de trabajo, así como esfuerzo físico que, sin los animales, era absolutamente necesario. La idea es que es la búsqueda de eficiencia y productividad (donde la comodidad es consecuencia) es la que nos inspira y presiona a crear y desarrollarnos intelectualmente.
Veamos el otro lado de la moneda: Habiendo desarrollado esa idea (el arado tirado por animales) el trabajo se hizo más eficiente pues logró reducir las horas dedicadas al mismo, mismas que se abonan al tiempo libre del trabajador, que sin más, descansa.
¡Ey, esperen!
El diagrama de flujo debería ser:
-Trabajo duro
-Idea o Ingenio
-Trabajo eficiente (aplicando la idea o ingenio)
-Más tiempo y esfuerzo disponible
-Tiempo y esfuerzo utilizados en otra mejora.
...así debería funcionar, ¿cierto?
Y sí, en el histórico de la humanidad este ha sido el esquema… en unos cuantos.
En aquellos que destacaron en lo que hicieron, precisamente porque utilizaron este modelo. Empíricamente, por supuesto, tal vez sin darse cuenta de las consecuencias que sus actos tendrían.
Ejemplos sobran y el factor tiempo resulta irrelevante: Algún homo sapiens con herramientas de corte y caza. Arquímides con su tornillo. Un (unos) Indú (es) con la numeración arábiga. Henry Ford con su producción en serie, entre tantos otros que nos han heredado inventos, mejoras, procesos, ideas: Evolución.
Pero no todos desarrollamos innovaciones, ¿verdad? No todos usamos nuestro tiempo libre para mejorar otros aspectos de nuestra vida diaria. De hecho, muchos de nosotros miramos la comodidad como un objetivo, en vez de una consecuencia y es justo en ese punto en que quiero cimentar mi reflexión:
- ¿Cuántas veces en el último mes hemos optado por un producto porque “no había otro”?
Solo debíamos buscar un poco más.
- ¿Cuántas veces en lo que va del año dejamos de hacer algo -o incluso hacer un cálculo- porque era muy complicado?
Implicaba un esfuerzo relativamente mayor al que estamos acostumbrados actualmente.
Los número que probablemente sean de más de 2 dígitos, respuestas de lo anterior, son claros para muchas marcas con sede en NY. Tan lo saben, que sus cañones están apuntando más a procurar tu comodidad, que a vender su producto. Nos venden confort, simplicidad, no hacer nada.
¡Nos venden flojera y la compramos con singular alegría!
Dicen que es fácil acostumbrarse a la buena vida, y es cierto, es mucho más fácil acostumbrarse a la comodidad, encontrar un lugar en nuestra zona de confort. Se convierte en un reto salir de esa comodidad para innovar, cuando menos para mejorar algunos aspectos de nuestra cotidianidad.
Si tomamos en cuenta todos los avances tecnológicos hasta el día de hoy, con tantas y tantas nuevas formas de hacer eficientes nuestros días, y por lo tanto, mayor tiempo libre; y lo comparamos con el pequeño esquema presentado líneas arriba, en teoría deberíamos ocupar nuestro razonamiento, ingenio y esfuerzo en otra mejora… y bueno: ¿Por qué no hacerlo?
Por qué no aprovechar las herramientas -muchas de ellas gratuitas- para programar y mejorar nuestras actividades, para poder dedicarle mayor tiempo a aquello que tenga trascendencia.
Pues tener una idea es genial, puede ser la mejor idea del mundo, pero las mejores ideas no valen por sí mismas. Es su ejecución la que materializa y edifica. Es el desarrollo el que convierte la idea en oro.
...o en la pérdida de tu inversión por falta de constancia, pero eso lo trataremos en otra entrada. ;)